viernes, 22 de marzo de 2019

La amenaza del trogloditismo.



Sócrates tenía razón. Es lo que pensé cuando Trump ganó las elecciones en Estados Unidos, o cuando salió victorioso el Brexit en Inglaterra.
Y por qué me acuerdo de Sócrates. Porque este filósofo se suicidó para no ser ejecutado, pues había sido juzgado por sus críticas hacia el sistema democrático de su época. ¿Cómo podía fallar la democracia, o ponerse en entredicho?
Sócrates vio el fallo en este sistema, justo y equitativo, en el bajo intelecto de sus compatriotas. Declaró que no se podía confiar en las decisiones del pueblo, cuando estaba compuesto en su mayoría por granjeros y ganaderos ignorantes. Llegó a la conclusión de que el sistema democrático tenía que estar sustentado por una población inteligente, instruida, educada y moralizada. Y al señalar a sus conciudadanos como gente intelectualmente incapacitada para ejercer su derecho al voto, fue apresado, juzgado y condenado a muerte, todo para proteger el sistema democrático de la Antigua Grecia.

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Ni que decir tiene que, hoy en día, el sistema democrático es la mejor manera de gobernar un país. Si se tiene en cuenta cuáles serían las otras opciones, sin ningún género de dudas, la democracia es el único sistema de gobierno que protege las libertades y derechos de la gente.
No obstante, me inquieta que sucedan estos resultados inesperados. ¿Quién iba a pensar que un tipo como Donald Trump terminaría por ser el inquilino de la Casa Blanca? ¿O qué los ingleses votarían para salir de la Unión Europea? Y eso por no mencionar los problemas domésticos que actualmente acontecen en España, como el desafío independentista catalán, o la (milagrosa) resurrección política de cierto gobernante español.
Estas cosas pasan, pero no porque los votantes de turno sean poco inteligentes o muy mal instruidos. Si las democracias actuales están en peligro, no es por la ineptitud del pueblo. Es porque la gente está siendo engañada o seducida por falsas noticias. Y este fenómeno no es nuevo, aunque es cierto que hoy en día se expande con mayor facilidad en el mundo interconectado en el que nos ha tocado vivir. Siempre hubo propaganda política, cargada de mentiras que apelaban más a los sentimientos de la gente, que a su razón.
He aquí como surge un fenómeno que denomino trogloditismo, que defino como una especie de regresión del intelectivo humano actual a un estado primitivo y visceral. Se trata de uno de mis mayores temores, y así lo plasmo en mis obras, incluyendo "La colonia infernal".
¿Y cómo nos vacunamos contra este mal? La respuesta es muy sencilla, y parte de la educación; hay que leer. Pero no leer, exclusivamente, los mensajes de nuestros dispositivos sin más. Hay que leer documentos en papel, aunque solamente sean novelas batatas (Mira por donde, lo que hago de escribir, sirve para algo más que para entretener al lector). Es necesario cultivar una mínima base cultural, que siempre crezca más allá de nuestra educación escolar. Es la única manera de identificar y reconocer una noticia falsa nada más verla.

viernes, 8 de marzo de 2019

Equinoxe Infinity

Siempre sucede en mi obra. Jean Michel Jarre es una de mis influencias a la hora de escribir. Y hay una segunda constante que siempre se repite en mis libros; la participación de la Inteligencia Artificial en el relato, que suele ser providencial.
En mis novelas, los robots son algo más que electrodomésticos que se apartan a un lado y dejan que los protagonistas se desenvuelvan. En "El Heraldo del Caos", presentan un papel muy importante en el conflicto principal de la obra, al estar divididos en dos bandos, uno que defiende a los seres vivos a toda costa, y otro que lucha por crear un universo libre de criaturas vivientes. En "El Observador", el lector puede asistir al nacimiento de una nueva forma de vida de origen artificial, de la primera IA que adquiere conciencia de su propia existencia. Y en la "La odisea de Tashiko", los robots terminan siendo integrantes más de la tripulación protagonista de cazadores espaciales...
Y en esta nueva novela mía, "La colonia infernal", los robots son los únicos de todo el asentamiento que hacen lo correcto. De hecho, son los verdaderos héroes de esta historia de terror. Es un papel que pueden realizar, porque son conscientes de su propia existencia. O en otras palabras, que poseen la capacidad de desarrollar su propia alma, lo que les permite tomar las decisiones acertadas en una situación tan peligrosa, como en la que describo en "La colonia infernal".
Ya sé lo que pensarán ustedes, que estos robots son más propios del género de ciencia ficción, que no existen máquinas con estas capacidades tan avanzadas, más propias de los seres humanos... Y tienen, razón, no los hay... por ahora.
Es una cuestión de tiempo. La miniaturización de los componentes electrónicos va a conducir a la consecución de esta nueva forma de vida artificial. Tal vez no suceda como lo describo en "El Observador", o que acontezca de una manera mucho más sutil. Pero hay que aceptarlo. Muchos de nosotros vamos a vivir lo suficiente como para ser testigos de esta eclosión espiritual de la IA. Estaremos en compañía de máquinas pensantes, de inteligencias evolutivas, de seres que nos van a sobrepasar...
Es un tema que está presente en mis libros, y en el que se basó el genial Jean Michel Jarre para componer Equinoxe Infinity. En este disco, se puede escuchar una especie de banda sonora del futuro tecnológico que nos aguarda. Cada vez que oigo estas canciones, visualizo siempre lo mismo. Un futuro cercano en el que seres humanos conviven con máquinas pensantes, y las diferentes interacciones entre estos dos grupos dan lugar a un salto evolutivo en el bando de estos artilugios. Y con este salto, estos seres artificiales terminan por convertirse en nuevos seres vivos.
¿Y cómo será esta nueva forma de vida? ¿Será perjudicial o beneficiosa para nosotros, simples seres humanos?
La respuesta de esta pregunta va a depender, en gran medida, de cómo vamos a interactuar con estos robots. Porque, durante la fase de aprendizaje, serán iguales que los típicos niños que imitan todo lo que hacen los adultos, incluso cuando se trata de estupideces. Y la experiencia empírica me dice que existe más gente buena que mala, aunque son estos últimos los que hacen más ruido, y parece que son más. Así que supongo que terminará por haber más robots buenos que malos, aunque serán estos últimos los que más se van a hacer notar.
En otras palabras, que puede que el conflicto robótico del futuro lejano que describo en "El Heraldo del Caos" no diste tanto de la realidad...
Termino esta entrada con el vídeo del tema Coachella Opening, que es una canción que también aparece versionada en el Movement 8 de Equinoxe Infinity, que ilustra ese momento en el las máquinas acabarán por desarrollar almas propias. Espero que lo disfruten.